“Durante miles de años los seres humanos hemos podido disfrutar del mejor regalo que los dioses dieran jamás a ningún ser vivo: la brisa, el viento, el hermano Sol y la hermana Luna, campos y praderas donde ver crecer a nuestros hijos, amaneceres bañados con el perfume que estornudan las flores en primavera, puestas de sol decoradas con los sueños aún por conseguir y aunque parezca mentira, inteligencia. Pero el hombre blanco despreció aquel tesoro, y a medida que la vida le sonreía, él le contestaba dando patadas al destino.Si alguien lee esta carta, no olvide que el fin de esta civilización se debió al egoísmo, codicia e incultura de la raza humana. Los hombres ya no somos mamíferos, el ser humano no se convirtió en depredador; la raza humana somos simplemente un virus, matamos, crecemos y nos multiplicamos.
Por eso nos extinguimos, por eso las aguas se tragaron nuestra civilización: la verdadera atlántida éramos nosotros. Y por eso dejo escrita esta nota, para formas de vida inteligente venideras.
Cuando los hombres escupen al suelo...
…se escupen a sí mismos.”






